Clive Crook

El crecimiento económico no es una carrera a la luna

Por: Clive Crook | Publicado: Martes 1 de febrero de 2011 a las 05:00 hrs.
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Mi primera impresión del discurso del Estado de la Unión de Barack Obama fue encontrarlo decepcionante. El presidente estadounidense se perdió la oportunidad perfecta, pensé, para preparar a EE.UU. para la contracción fiscal que debe venir. Habiendo leído el discurso más cuidadosamente, siento que fui injusto. Fui demasiado bueno.



No es que me retracto de todo. La falta de argumentos fiscales concretos fue el mayor fracaso. (El próximo mes veremos si Obama lo arregla en el presupuesto). Y esto fue parcialmente equilibrado por algunas conmovedoras referencias sobre unidad, optimismo, el carácter excepcional de los estadounidenses y así sucesivamente. Pero fui muy indulgente respecto del principal tema del presidente: trabajo, innovación y competitividad.

¿Cómo podría alguien objetar eso? En 1994, cuando le importaba más desmistificar la economía que flagelar a los conservadores, Paul Krugman escribió un maravilloso ensayo para Asuntos Exteriores sobre la competitividad. En él refutaba la ortodoxia entonces prevalente de Clinton, representada por Robert Reich y otros, que sostenía que la competitividad era la clave de la prosperidad. Este mito nunca ha pasado de moda entre los líderes empresariales. Y ahora lo adoptó Obama.

El argumento de Krugman es sencillo. La fuente última de la elevada calidad de vida es el crecimiento de la productividad, y el crecimiento en la productividad de EE.UU. tiene poco que ver con que Japón o China, o cualquier otro país crezca rápido o lento.

La metáfora del crecimiento como una carrera con ganadores y perdedores todo el discurso sobre no quedarse atrás en la carrera espacial del siglo 21- no tiene sentido. En el largo plazo, si la productividad estadounidense crece, también lo harán la calidad de vida.

Cuando el público está condicionado para pensar en productividad cada vez que un político dice competitividad, ve la política económica de manera distinta. Se da un valor excesivo a ganar. ¿Qué se gana exactamente? Ser el número uno en la producción global de paneles solares sería bueno, pero ¿cómo afectaría eso la productividad de toda la economía? La clave para mejorar la calidad de vida no es ganar la carrera por desarrollar tecnología para exhibir, sino acumular capital, difundir conocimiento y administrar las complicaciones que esto implica.

Es verdad que esto es simplificar un poco las cosas. Pero la productividad sigue siendo la clave, y ésta no aumenta poniendo un hombre en la luna. La productividad se trata de hacer aburridas, bien hechas. Educar a los trabajadores. Construir edificios y puentes. No castigar a los que ahorran. No sobre regular. Dejar a las buenas empresas florecer y a las malos quebrar. Mayor productividad es otra forma de decir menores costos, así que hay que dejar que las firmas se esfuercen en bajarlos. Hay que abrirse a las importaciones baratas porque aumentan los ingresos reales.

¿De qué sirve esto, dirá alguien, si los trabajos se van? Pero no todos los trabajos se van. El desempleo es alto en EE.UU. hoy porque la demanda colapsó, no porque EE.UU. es poco competitivo. Eventualmente, la demanda revivirá y el empleo se recuperará. Incluso en los buenos tiempos, la competencia extranjera obliga a los trabajadores a encontrar nuevos empleos. Si alguien va a objetar eso, entonces también debe rechazar las innovaciones de ahorro laboral. Una economía exitosa no es la que evita desplazar a los trabajadores, sino la que los ubica rápidamente en buenos trabajos.

El verdadero rol de la política económica es ayudar a hacer esta transición. Al final, sin embargo, la remuneración que estos trabajos reciben va a depender del capital humano y físico, es decir, de la productividad.

Aparte del embrollo sobre la productividad el presidente parece confundido acerca de la innovación y el empleo. Estos rara vez van juntos, al menos al comienzo. El motor de la innovación, es el deseo de rebajar costos, incluyendo costos laborales.

La ética laboral es intacta. La dislocación económica aún es tolerada comparado con los parámetros europeos. Pero el sistema educacional estadounidense, pese a las prominentes universidades del país, está fallando. No dudo que esa es la mayor amenaza para la calidad de vida del país en el futuro. El presidente lo mencionó en su discurso. Esa parte, la amé.

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